viernes, 20 de junio de 2008

Clima de violencia

Contentos en nuestra Jerusalén
Por Roberto Pérez Ortiz

Desde hace aproximadamente 15 años, la inseguridad se ha convertido en un tema primordial para la ciudadanía. La violencia se ha transformado en un asunto prioritario, principalmente por el incremento en la criminalidad en la década pasada: desde secuestros, asaltos bancarios, narcotráfico, fraudes, robo de autos y casas, hasta los “nuevos” delitos, como el secuestro exprés.
En México, las tasas globales de homicidios han disminuido en los años recientes, según los datos oficiales; aunque eso depende de la zona geográfica, pues el fenómeno es al contrario en donde opera el narcotráfico. Otro factor preocupante es el incremento del robo con violencia.
Y a todo esto, ¿qué hace la Iglesia?, ¿los pastores?, ¿los líderes de jóvenes? Las cifras crecientes muestran una realidad contundente. Por ejemplo, mientras que en el municipio de Nezahualcóyotl se denunciaron (enero-mayo de 2007), 500 robos a casas-habitación, dos mil asaltos en la calle y 200 violaciones o intentos de violación, en ese mismo territorio sólo hay 76 asociaciones religiosas registradas ante Gobernación y, según cálculos conservadores, 300 templos o casas de oración. Y algo parecido pasa en el DF.
El pueblo de Dios, y sobre todo los jefes de los escuadrones de Israel, deberían volver a reflexionar acerca de su misión. Aquí la pregunta es: ¿No nos estamos encerrando entre las cuatro paredes de la casa de oración?, ¿tan contentos estamos en nuestro Jerusalén, que Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra se nos hacen muy distantes? ¿La Iglesia habrá olvidado ya la Gran Comisión?

No temeré mal alguno…
Por Hazael Velázquez

Nunca en el país se había sentido un clima de violencia como el que se inició en el sexenio actual. Más de mil 300 ejecutados en lo que va del año (agosto 2007), casi el doble que en 2006, nos indican qué tanto la delincuencia ha penetrado a la sociedad. Hombres mujeres, incluso niños, han sido degollados, incinerados, torturados, descuartizados o asesinados con el tiro de gracia. La ciudad más grande del mundo es también una de las más violentas y el Edomex ocupa el nada honroso primer lugar en feminicidios del país.
Cuántos amables lectores pueden dar testimonio de un familiar, amigo o vecino que ha sido víctima de un robo, un secuestro u otro tipo de agresión violenta. Según cálculos oficiales, 7.5% de las familias mexicanas han sufrido una agresión del crimen.
Pero ante tanta inseguridad, brutalidad y crueldad, ¿debemos encerrarnos en nuestras casas porque el león anda en las calles? De ninguna manera, Nosotros debemos confiar en que nuestro guardador no se dormirá ni se adormecerá el que guarda nuestra alma.
La voz del amado es muy clara: “Caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra, mas a ti no llegará”.

Violencia, según expertos
La violencia es una palabra que ha terminado por formar parte de nuestra cotidianidad. Lo preocupante es que está presente en todos los ámbitos: en la familia, la calle, el trabajo, la escuela, los medios de comunicación y en cualquier conversación se menciona frecuentemente.
José Luis Vera Cortés, investigador de Ciencias Biológicas de la UNAM, explica que para algunos expertos la violencia está enraizada en nuestros antiguos orígenes y forma parte de la naturaleza humana. La violencia consiste en poner la agresividad al servicio de ideas y creencias que la tornan intencionalmente dañina. No nacemos con tales creencias, sino las adquirimos a lo largo de nuestra socialización.
(Con información de Olga Miranda)

El inminente regreso
Por Isabel Velázquez

El crecimiento de tanta violencia y maldad en el mundo nos habla de un escenario descrito por la Biblia. Al hablar de su regreso, Jesucristo detalló estos últimos tiempos. Habrá angustia de la gente y confusión, “desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la Tierra” (Luc. 21:25-26).
Guerras, sediciones, hambre, terror, persecución y maldad son “principio de dolores”. Periódicos, cine, internet, radio y televisión dan cuenta precisa de que vivimos tiempos peligrosos. La maldad y la violencia están presentes y los medios nos corroboran que realmente se trata de los días finales, los del inminente regreso del Señor.
¿Cuál debe ser la actitud del cristiano ante la maldad y la violencia? ¿Debe el creyente “desfallecer por el temor” ante la ola de crímenes, violaciones, robos, y ejecuciones? De ninguna manera. La Biblia nos anticipa que, cuando oigamos y veamos esto, “no os alarméis, porque es necesario que estas cosas acontezcan” (Luc. 21:9), sino que debe haber gozo en nuestro corazón, al ver cómo se cumplen las profecías sobre el regreso de Jesucristo. “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”.