viernes, 20 de junio de 2008

La voz del siervo

Las armas de nuestra milicia
Pastor Jesús Gómez Ibarra

Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.
2ª a los Corintios 10:4

En este mundo, el cristiano libra constantemente una batalla contra las poderosas fuerzas del mal lideradas por Satán. La atmósfera en la que el cristiano se desenvuelve está infestada en todas partes por esas fuerzas a las que Pablo identifica como principados, potestades, señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas y malicias espirituales (Efesios 6:12). La influencia de estas fuerzas sobre las criaturas se manifiesta en las obras de la carne, lo que se traduce en adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, banqueteos y cosas semejantes (Gal. 5:19-21).
Pero hay otras armas que luchan contra las descritas y que, sin ser ruidosas ni aparatosas, son mucho más fuertes y efectivas. Éstas sólo pueden ser usadas por quienes han sido redimidos por la sangre de Jesucristo, es decir, las armas de nuestra milicia, que se traducen en caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza y cosas afines (Gal. 5:22-23)
Esta es la diferencia entre las armas del mal y del bien. Quienes viven en el mal, no solamente las utilizan contra el bien, sino aun contra ellos mismos. Se pelean unos con otros, se odian, se lastiman y hasta se matan. Los matrimonios compiten a ver quién grita más fuerte o quién maltrata más a los hijos. Odio provoca odio, rencor genera rencor y orgullo, orgullo. Es una cadena que, de padres a hijos, parece no terminar, lo que da como resultado una sociedad decadente y sin valores.
El concepto divino es totalmente diferente. “No seas vencido de lo malo, mas vence con el bien el mal” (Rom 12:21). El cristiano tiene, en este sentido, el arma poderosa para vencer los ataques del enemigo en la esfera social donde se desenvuelve (Mat. 5:44) y también salir victorioso cuando el mal ataca la integridad del hogar. El mal es vencido con el bien. No se trata de ver quién grita más fuerte, sino de dominar la situación (Prov. 5:1).
Y tú, ¿has vencido al mal o éste te está ganando la batalla? ¿Hasta qué grado las fuerzas del mal han influenciado tu hogar y tu vida espiritual?