Abortan el amor por la vida
Por Olga Miranda
Uno de los privilegios más grandes que Dios le dio a la mujer es la oportunidad de ser madre y amar a sus hijos. Quizá por eso, una de las primeras órdenes dadas a Adán y Eva fue la de “creced y multiplicaos”.
Pero la Biblia también enseña que, “por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se resfriará”. No puede entenderse de otro modo la ausencia de cariño de la madre al fruto de sus entrañas, que deriva en la decisión de “matar” al supuesto producto del amor. Y esa falta de amor se trasforma, con el tiempo, en costumbres, iniciativas y, finalmente, en leyes.
Como es público, el Distrito Federal es la primera urbe latinoamericana en despenalizar el aborto. Una amplia mayoría legislativa (PRD, PRI, Nueva Alianza, Alternativa y Convergencia, con la oposición del PAN y PVEM) modificó la definición de aborto en el artículo 144 del Código Penal local, y estableció como legal la interrupción del embarazo “antes de la decimosegunda semana de gestación”, aunque también se redujo la penalidad para las mujeres que recurran al aborto de uno a tres años de cárcel a solamente tres a seis meses o bien a 100 a 300 días de trabajo comunitario. Las reformas a la Ley de Salud fueron aprobadas por 46 votos en favor, 19 en contra y una abstención.
Además, la Ley de Salud del DF obliga a las instituciones públicas a atender cualquier solicitud de aborto. El delito sólo se castigará cuando se haya consumado, no cuando sólo se intente, siempre y cuando no formen parte de las cuatro excluyentes (violación; por imprudencia; malformaciones genéticas, y por riesgo a la salud de la madre).
Por medio del profeta Isaías, el Señor preguntaba: ¿Podrá la mujer dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Parecía imposible. Ahora es legal. No se equivocó nuestro Señor: por haberse multiplicado la maldad, el amor de las madres por los hijos está en el congelador.
Todo empezó desde 1920
La primera propuesta de despenalización del aborto data de 1920, atribuida a un grupo de mujeres feministas. La Convención de Unificación Penal, en 1936, presentó el texto “El aborto por causas sociales y económicas”, en el que proponían la despenalización completa del aborto. En 1976, la Coalición de Mujeres Feministas y en 1983, el entonces presidente Miguel de la Madrid, intentaron modificar el Código Penal para reformar las disposiciones relativas al aborto y al adulterio, pero fueron desechadas.
En 1989 se permitió que las embarazadas por violación pudieran abortar legalmente en la Ciudad de México. En 1991, el presidente Carlos Salinas de Gortari envió a la Cámara de Diputados una iniciativa para permitir el aborto por razones económicas, pero el PAN consiguió que se rechazara. Fue hasta el 24 de abril de 2007 cuando se aprobaron las reformas al Código Penal y a la Ley de Salud para despenalizar el aborto en el Distrito Federal.
¿Deben los médicos interrumpir la vida?
Por Asael Velázquez
Los diputados de la ALDF que legalizaron el aborto el pasado 25 de abril (2007) esperaban que, al convertirlo en ley, terminaran las protestas en favor de la vida. En realidad, lo que provocaron es que el debate en la capital de la República se extendiera a todo el país. Al tema de la decisión de las mujeres se suma ahora la decisión de los médicos, quienes pueden ejercer el derecho a la “objeción de conciencia” para negarse a practicar abortos. Porque así como para pelear se necesitan dos, para que una mujer aborte, es necesario el personal médico que practique la intervención quirúrgica.
El asunto polémico es si, al interrumpir el embarazo, el médico está faltando al juramento hipocrático de defender la vida hasta sus últimas consecuencias. Y para los médicos cristianos (si es que alguno, sin razonarlo, hubiese pensado practicar un aborto), el asunto está en que al quitar la vida a un embrión ¿no se está tratando de poner en lugar de Dios, quien es el único que da vida y puede quitarla?
La Voz del Siervo
Pastor Misael Chávez Ocampo
A lo largo de su historia, la humanidad ha tratado de burlar las leyes divinas y ha disfrazado el pecado con diversos nombres, excusas y argumentos. El hombre ha buscado la manera de no cumplir los mandamientos de Dios, aunque para eso tenga que cambiar las leyes. Ese es el caso actual del aborto.
La eterna Palabra de Dios expresa claramente la prohibición de quitar la vida. No matarás, ordena, pero el hombre ha hecho caso omiso y se ha atestado, dice el apóstol Pablo, de toda iniquidad, maldad y homicidio.
Asimismo, las Escrituras afirman que el fruto del vientre es “cosa de estima” al Creador y que sus ojos vigilan que el embrión sea formado completo dentro de la madre.
La vida es un regalo del cielo. Sólo el Padre puede quitarla. Cualquier intento por interrumpirla es un asesinato. No es cuestión de 4 o 12 semanas. Arrebatar la vida es un crimen, se le quiera describir con un nombre bonito o disfrazar de modernidad. ¡Ay de lo que a lo malo llaman bueno!